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lunes, 19 de febrero de 2018

APOLOGÉTICA CATÓLICA DE SEMANA SANTA III.






APOLOGÉTICA CATÓLICA DE SEMANA SANTA III


Continuamos con algunos temas que las sectas protestantes usan para engañar a los incautos ,repitiendo lo que ni siquiera conocen o han investigado.


1.- EL EXULTET
PROTESTANTES; “los católicos invocan a Satanás en sus ritos de Semana Santa cuando cantan el Pregón Pascual”
Flammas eius lucifer matutinus inveniat:
Ille, inquam, lucifer, qui nescit occasum:
Christus Filius tuus,
qui, regressus ab inferis, humano generi serenus illuxit,
et tecum vivit et regnat in saecula saeculorum.
CATÓLICOS;
El Pregón Pascual o Exultet, es uno de los más antiguos himnos de la tradición litúrgica romana. Existen testimonios de su existencia desde fines del siglo IV, y está escrito en Latín , la lengua oficial de la Iglesia hace siglos.
Se canta integralmente la noche de Pascua en la Solemnidad de la Vigilia Pascual, por un diácono, por el propio sacerdote celebrante o por un cantor seglar, procurándose que quien sea que deba cantar el pregón, tenga pericia para interpretar el género de canto litúrgico y lo haga con dignidad.
Con este himno el declamador invita la Iglesia entera a exaltar y alegrarse por el cumplimiento del misterio pascual, recorriendo en el canto los prodigios cumplidos en la historia de la salvación.
Existen varias versiones y estilos para cantar el pregón, no obstante, la usual y preferente en el rito romano es la versión en canto gregoriano, con tono de prefacio.
También existe la versión del rito ambrosiano, compuesta presuntamente alrededor del V - VI siglo, incluso si se tienen solamente fuentes certeras solo del siglo XI.
El Exultet venía escrito sobre un largo rollo que llevaba el texto en un sentido y las imágenes en el sentido contrario, de modo que, mientras el diácono-cantante narraba el contenido y entonces corría el pergamino del púlpito, los fieles pudiesen seguir la historia mirando las ilustraciones.
El meollo del asunto de por qué los sectarios protestantes atacan es que ellos parece que no han estudiado lo que dice el texto original en LATÍN, que es la lengua oficial de la Iglesia desde hace siglos, así pues ellos traducen mal, y por lo visto desconocen de idiomas y por ello no saben que el texto que ellos critican la traducción dice realmente esto:
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
Jesucristo, tu Hijo,
que, volviendo del abismo,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina por los siglos de los siglos.
Gran diferencia,no creen?


2.-LA ADORACIÓN DE LA CRUZ.
PROTESTANTES: “ Los Católicos son idolatras,pues ellos mismo reconocen que adoran la cruz en Viernes Santo, y atentan contra Ex 20,4”
CATÓLICOS:
El problema de solo querer aceptar lo que les conviene hace que los sectarios dejen de ver y razonar las pruebas y las razones de lo que creemos y hacemos los Católicos y al igual que con la Biblia, ellos solo toman parte sacando de contexto lo que es nuestra fe.
No saben diferenciar entre adoración y veneración, y entre lo que es Latría absoluta y relativa.
La palabra adoración es genérica. Deriva del latín ad-orare, cuyo primer sentido es elevar una súplica. Después significa tener veneración por alguien, y de aquí, adorar. Ahora bien, como sucede con toda cosa genérica, requiere la especificación. Cuando la veneración se dirige a Aquel que tiene la excelencia absoluta, es decir, a Dios esta adoración se llama adoración de latría.
¿Debemos adorar la cruz de Jesús con adoración de latría?


Santo Tomás se hace esta misma pregunta. Nos referimos a la misma cruz de Jesús, aquella en la cual fue clavado. Esta es la respuesta: la adoración de latría solamente debe ser dirigida a Dios. La dulía (proviene de la palabra griega doûlos que significa siervo) debe ser dirigida solamente a las creaturas racionales. Pero a las creaturas materiales (‘insensibles’, dice Santo Tomás) podemos presentarle honor y obsequio en razón de la naturaleza racional. Esto podemos hacerlo de dos modos: el primer modo es en cuanto la creatura insensible representa a la naturaleza racional; el segundo es en cuanto la creatura insensible está unida a la naturaleza racional.
“De ambos modos debe ser venerada por nosotros la cruz de Jesús –dice Santo Tomás. Del primer modo, en cuanto representa para nosotros la figura de Cristo extendido sobre la cruz. Del segundo modo, a causa del contacto que tuvo la cruz con los miembros de Cristo y porque fue bañada con su sangre. Por lo tanto –continúa diciendo Santo Tomás- de ambos modos la cruz es adorada con la misma adoración que recibe Cristo, es decir, adoración de latría”.
Debemos estar atentos a aquello que dice Santo Tomás. No damos a la cruz (objeto de madera) el culto de latría en cuanto objeto de madera sino en cuanto representa a Cristo y en cuanto estuvo en contacto con su cuerpo y con su sangre, es decir, en razón de Cristo. Esto quiere decir que la adoración de latría va dirigida a Cristo y no a un pedazo de madera. Dice el P. Fuentes respecto a esto: “Evidentemente el concepto clave es aquí la distinción, dentro de la adoración de latría (...), entre latría absoluta y latría relativa: latría absoluta es la que se da a una cosa en sí misma (por ejemplo, a Dios, a Jesucristo, etc.); latría relativa es la que se da a una cosa no por sí misma sino en orden a lo que es representado por ella (las imágenes). Por tanto, si bien la cruz no es adorada con culto de latría absoluta, sí lo es con el de latría relativa”.
Ahora bien, ¿qué sucede con las cruces que nosotros tenemos ahora? Estas cruces son imitaciones de la ‘vera cruz’ de Jesús, cruces hechas de piedra, de madera o metal.
¿Debemos adorar las imágenes de Cristo con adoración de latría?
Partimos del punto que estas cruces de las cuales hablamos no son otra cosa que imágenes de Jesús, es decir, tratan de representar pictóricamente al Dios encarnado, al Verbo hecho hombre. Exponemos la doctrina de Santo Tomás respecto a la actitud que nosotros debemos tener hacia las imágenes pictóricas de Cristo.
Podemos considerar las imágenes en general en dos sentidos. Primero, en cuanto es una cierta cosa, hecha con un material determinado. Segundo, en cuanto es imagen de una realidad, la cual se configura como ejemplar o modelo de dicha imagen. En el primer sentido, esto es, en cuanto es una cosa cualquiera, a las imágenes de Cristo (y también a las cruces hechas actualmente; por ejemplo, de madera esculpida o pintada), no se les debe dar ninguna reverencia, porque solamente debemos dar reverencia a la creatura racional. Por lo tanto, a las imágenes de Cristo (y también a las de los santos), tomadas en este primer sentido, no debe brindárseles ni adoración de latría, ni dulía, ni siquiera veneración.
En el segundo sentido la cosa es diferente. Porque cuando yo me dirijo a una imagen en cuanto representa otra realidad y me la recuerda, no me estoy dirigiendo a la imagen misma sino a la realidad que representa. Es en este sentido que nosotros presentamos honor y obsequio a las imágenes de Cristo (y a las cruces). Por eso, en este sentido, damos a las imágenes de Cristo la misma reverencia y veneración que damos a la persona de Cristo. Y dado que a Cristo lo adoramos con adoración de latría, en consecuencia a su imagen debemos adorarla también con adoración de latría. Para ser más exactos digamos que también a las imágenes de Cristo las adoramos con latría relativa. Esto lo dice San Juan Damasceno bellamente: “Imaginis honor ad prototypum pervenit”, esto es, “el honor dado a una imagen se dirige y llega hasta el prototipo”.
Resumiendo: adoramos las imágenes de Cristo y las cruces en cuanto son símbolos de una realidad ulterior y divina. Por eso dice el Libro Ceremonial de los Obispos: “Entre las imágenes sagradas, la figura de la cruz ‘preciosa y vivificante’ ocupa el primer lugar, porque es el símbolo de todo el misterio pascual. Ninguna imagen más estimada ni más antigua para el pueblo cristiano. Por la Santa Cruz se representa la pasión de Cristo y su triunfo sobre la muerte, y al mismo tiempo anuncia la segunda y gloriosa venida, según la enseñanza de los Santos Padres” (n. 1011).
Si bien en cuanto a la materialidad, la cruz no merece culto alguno, en cambio considerada como símbolo por antonomasia de la pasión de Jesucristo, que en ella sufrió muerte para redimirnos del pecado, representa al mismo Jesucristo en el acto de su inmolación. Por eso debe ser adorada con un acto de adoración de latría relativa en cuanto imagen de Cristo y por razón del contacto que con El tuvo. Así explicábamos que la doctrina teológica siguiendo, entre otros, a Santo Tomás quien escribe al respecto en la Suma Teológica, Tercera Parte, cuestión 25, artículo 4 y que comentamos anteriormente .
Evidentemente el concepto clave es aquí la distinción dentro de la adoración de latría (que es la que se debe a una cosa entitativamente divina, en contraposición con la adoración o veneración de dulía, que es debida a las cosas creadas pero sobrenaturalizadas, como los santos) entre latría absoluta y latría relativa : latría absoluta es la que se da a una cosa en sí misma (por ejemplo, a Dios, a Jesucristo, etc.) ; latría relativa es la que se da a una cosa no por sí misma sino por orden a lo que es representado por ella , en este caso la Cruz que representa a Cristo.
Continuaremos con otros temas próximamente.
Fuente: Catholic.net
P. Miguel angel IVE
Blog PabloEze.

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