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sábado, 22 de agosto de 2015

TRIA MUNERA

TRIA MUNERA,QUE SON?


Por Manuel(Miles Christi)

El sacerdote que actúa en representación del Señor, no actúa nunca en nombre de un ausente, sino en la Persona misma de Cristo resucitado, estos tres oficios del sacerdote — enseñar, santificar y gobernar— son en realidad las tres acciones de Cristo resucitado.
Esos son los tria munera, es decir, los tres oficios de enseñar, santificar y gobernar.que en latín se dicen “ munus docendi”, “munus sanctificandi”, “munus regendi”
Ya lo decía el Cardenal Humes de la Congregación Para el Clero en el 2009 en la asamblea plenaria El ejercicio del ministerio sacerdotal se presenta fundamental, dentro de todo el Pueblo de Dios, en el responder a las situaciones que están en contraste con el Evangelio. Al respecto, es necesario retomar, con toda su fuerza, los fundamentos de la verdadera identidad misionera de los Presbíteros, en vista de la superación de los problemas que aflige la humanidad y que se refleja en la vida de la Iglesia.
El Decreto Presbyterorum Ordinis, sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, desarrolla esta verdad cuando se refiere, en los n. 4-6, respectivamente a los presbíteros ministros de la Palabra de Dios, ministros de la santificación, con los sacramentos y la Eucaristía, guías y educadores del pueblo de Dios. Son los “tria munera” del presbítero,pero que se entiende también parcialmente que todos los bautizados tenemos por los Sacramentos de Bautismo y Confirmación participación de un sacerdocio común.
La identidad misionera del presbítero, si bien no es el objetivo explícito, está claramente presente en estos textos. El sacerdote, “enviado”, que participa de la misión de Cristo, enviado por el Padre, se encuentra involucrado en una dinámica misionera, sin la cual no podría vivir verdaderamente la propia identidad (Cf. Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, )., Al mismo tiempo, crece la conciencia que, además de los problemas de la cultura post-moderna, se presentan, ya sea el problema del alto porcentaje de católicos que viven lejanos de la práctica religiosa, que el problema de la disminución drástica, por distintas causas, del número de quienes se declaran católicos; existe, mientras tanto, el problema del crecimiento extraordinario de las llamadas “sectas evangélicas pentecostales” y de otras sectas
Para comprender lo que significa que el sacerdote actúa in persona Christi Capitis —en la persona de Cristo Cabeza—, y para entender también las consecuencias que derivan de la tarea de representar al Señor, especialmente en el ejercicio de estos tres oficios, es necesario aclarar ante todo lo que se entiende por «representar». El sacerdote representa a Cristo. ¿Qué quiere decir «representar» a alguien? En el lenguaje común generalmente quiere decir recibir una delegación de una persona para estar presente en su lugar, para hablar y actuar en su lugar, porque aquel que es representado está ausente de la acción concreta. Nos preguntamos: ¿El sacerdote representa al Señor de la misma forma? La respuesta es no, porque en la Iglesia Cristo no está nunca ausente; la Iglesia es su cuerpo vivo y la Cabeza de la Iglesia es él, presente y operante en ella. Cristo no está nunca ausente; al contrario, está presente de una forma totalmente libre de los límites del espacio y del tiempo, gracias al acontecimiento de la Resurrección, que contemplamos de modo especial en el tiempo de Pascua.
Si hablamos de misión, debemos tener presente, necesariamente, que el enviado, el presbítero en este caso, se encuentra en relación ya sea con quien lo envía que con aquellos a los cuales es enviado. Examinando su relación con Cristo, el primer enviado por el Padre, hace falta subrayar el hecho que, según los textos del Nuevo Testamento, es el mismo Cristo quien envía y constituye los ministros de su Iglesia, ellos no pueden ser considerados sencillamente electos o delegados de la comunidad o del pueblo sacerdotal. “El presbítero encuentra la plena verdad de su identidad en ser una derivación, una participación específica y una continuación del mismo Cristo, sumo y eterno sacerdote de la nueva y eterna Alianza: es una imagen viva y transparente de Cristo sacerdote.” (Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, 12).
El Papa Benedicto XVI nos dice” por lo tanto, el sacerdote que actúa in persona Christi Capitis y en representación del Señor, no actúa nunca en nombre de un ausente, sino en la Persona misma de Cristo resucitado, que se hace presente con su acción realmente eficaz”. Actúa realmente y realiza lo que el sacerdote no podría hacer: la consagración del vino y del pan para que sean realmente presencia del Señor, y la absolución de los pecados. El Señor hace presente su propia acción en la persona que realiza estos gestos. Estos tres oficios del sacerdote —que la Tradición ha identificado en las diversas palabras de misión del Señor: enseñar, santificar y gobernar— en su distinción y en su profunda unidad son una especificación de esta representación eficaz. Esas son en realidad las tres acciones de Cristo resucitado, el mismo que hoy en la Iglesia y en el mundo enseña y así crea fe, reúne a su pueblo, crea presencia de la verdad y construye realmente la comunión de la Iglesia universal; y santifica y guía. En este esfuerzo misionero, los destinatarios privilegiados serán los pobres. Como dijo el mismo Jesús: “El Espíritu del Señor está sobre mí […] y me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4,18). En el ya citado discurso a los obispos brasileros del 2007, Benedicto XVI dijo: “Entre los problemas que os afligen en vuestra solicitud pastoral está, sin duda, la cuestión de los católicos que abandonan la vida eclesial. Parece claro que la causa principal de este problema, entre otras, se puede atribuir a la falta de una evangelización en la que Cristo y su Iglesia estén en el centro de toda explicación […] En la encíclica Deus caritas est recordé que "no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" . Por lo tanto, es necesario emprender la actividad apostólica como una verdadera misión en el ámbito del rebaño que constituye la Iglesia católica (…), promoviendo una evangelización metódica y capilar en vistas de una adhesión personal y comunitaria a Cristo. En efecto, se trata de no escatimar esfuerzos en la búsqueda de los católicos que se han alejado y de los que conocen poco o nada a Jesucristo
MUNUS DOCENDI
Hoy el oficio de la enseñanza es muy importante. El sacerdote no enseña ideas propias, una filosofía que él mismo se ha inventado, encontrado, o que le gusta; el sacerdote no habla por sí mismo,el sacerdote enseña en nombre de Cristo presente, propone la verdad que es Cristo mismo, su palabra, su modo de vivir y de ir adelante.
La enseñanza que el sacerdote está llamado a ofrecer, las verdades de la fe, deben ser interiorizadas y vividas en un intenso camino espiritual personal, para que así realmente el sacerdote entre en una profunda comunión interior con Cristo mismo. El sacerdote cree, acoge y trata de vivir, ante todo como propio, lo que el Señor ha enseñado y la Iglesia ha transmitido desde hace dos mil años
El sacerdote es siempre «docente», enseña. Pero no con la presunción de quien impone verdades propias, sino con la humilde y alegre certeza de quien ha encontrado la Verdad, ha sido aferrado y transformado por ella, y por eso no puede menos de anunciarla.
La actividad evangelizadora. Aspectos de la actividad evangelizadora y modos de participación. El ministerio de la palabra divina. La predicación de la palabra de Dios. La formación catequética. La actividad ecuménica. La actividad misional.
También forman parte de este munus docendi la educación católica y el uso de medios de comunicación social y redes sociales, la noción de educación católica., responsabilidad y libertad de los padres y de la Iglesia en la educación, las escuelas católicas. La enseñanza religiosa católica. Universidades católicas y otros instrumentos de estudios superiores. Instrumentos de comunicación social. Exigencias canónicas para la publicación o uso de escritos.
MUNUS SANCTIFICANDI
El sacerdote tiene la tarea de santificar a los hombres, sobre todo mediante los sacramentos y el culto de la Iglesia.
Santificar a una persona significa, ponerla en contacto con Dios, con su ser luz, verdad, amor puro. Es obvio que esta relación transforma a la persona, ningún hombre por sí mismo, partiendo de sus propias fuerzas, puede poner a otro en contacto con Dios.
El don, la tarea de crear este contacto, es parte esencial de la gracia del sacerdocio. Esto se realiza en el anuncio de la Palabra de Dios, en la que su luz nos sale al encuentro. Se realiza en los sacramentos
Los sacerdotes deben ser los puentes que favorecen el encuentro con Dios, ser generosos, estar disponibles y atentos para comunicar a los hermanos los tesoros de gracia que Dios ha puesto en nuestras manos, y de los cuales no somos «dueños», sino custodios y administradores.
“Queridos sacerdotes, vivid con alegría y con amor la liturgia y el culto! Volver al confesionario, como lugar en el cual celebrar el sacramento de la Reconciliación, que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios ,celebren y vivan con intensidad la Eucaristía, está en el centro de la tarea de santificar; es Jesús que quiere estar con nosotros, vivir en nosotros,(Audiencia Papal del 5 de mayo 2010).
Formas de participar en la función santificadora. Participación en las celebraciones litúrgicas. Ordenación de la sagrada liturgia. Celebración fiel de la liturgia. Los sacramentos. La communicatio in sacris. Fe, culto cristiano y sacramentos, los lugares sagrados o de culto,los tiempos litúrgicos todo eso viene en el munus sanctificandi.
MUNUS REGENDI
El munus regendi o de gobierno de la Iglesia, es tan importante como las demás dimensiones del ministerio ordenado, su realización implica una actitud profunda de servicio y caridad pastoral. Implica asumir el clamor de la carta de Pedro: «apacienten la grey de Dios que les ha sido encomendada (…); no por mezquino afán de ganancia, sino de corazón (…) siendo modelos de la grey» (1 P 5, 2-3)…
Pensemos lo siguiente como se mantendría un gobierno si no hubiera leyes ni quien las vigile, cuide y aplique, bueno en la Iglesia es necesario que se haga cargo de vigilar muchas cosas que dependen de ella
Los bienes temporales de la Iglesia, la adquisición de bienes por parte de la Iglesia, la organización económica de la sustentación de los ministros sagrados desde el Papa, los Cardenales, Obispos, Presbiteros , diaconos y religiosos: la administración de bienes eclesiásticos. La enajenación de bienes eclesiásticos. Las pías voluntades y las fundaciones pías, el gobierno de las ordenes religiosas.
Aplicar las leyes de la Iglesia en el Derecho Canónico,la tutela penal de la comunión eclesial. El derecho penal en el ámbito de la función pastoral. Concepto y elementos del delito. Tipos de sanciones canónicas. Delitos y penas tipificados en el CIC. Momentos de la actividad sancionadora. Suspensión de la eficacia jurídica de las penas. Garantías jurídicas y recursos en materia penal.
La administración de justicia en la Iglesia. La tutela de los derechos en la vida eclesial. El proceso. La organización judicial en la Iglesia. Las partes que intervienen en el proceso.
Los procesos canónicos y el sistema de justicia administrativa. El proceso contencioso ordinario. El proceso contencioso oral. Procesos y procedimientos especiales. La justicia administrativa.
La misión de la Iglesia y la comunidad humana. La misión de la Iglesia en el mundo. Misión de la Iglesia y realidades temporales. Iglesia y comunidad política. Fieles y ciudadanos.
CONCLUSION:
Los presbíteros y toda la comunidad eclesial no deberían ahorrar energías, opportune et importune, en una evangelización misionera urgente, intensa y extensa, en todos los ámbitos de la sociedad actual, pero antes que nada entre los pobres. Una permanente “tensión misionera” no podrá más que favorecer también la renovación de la verdadera identidad sacerdotal en cada presbítero, quien, justamente en el ejercicio misionero de los tria munera, encontrará el principal camino de santificación personal, y por lo tanto del pleno cumplimiento de la propia vocación sacerdotal y humana.
Como nos decía el Papa Benedicto XVI “Queridos hermanos y hermanas, el Señor ha confiado a los sacerdotes una gran tarea: ser anunciadores de su Palabra, de la Verdad que salva; ser su voz en el mundo para llevar aquello que contribuye al verdadero bien de las almas y al auténtico camino de fe (cf. 1 Co 6, 12). Que san Juan María Vianney sea ejemplo para todos los sacerdotes. Era hombre de gran sabiduría y fortaleza heroica para resistir a las presiones culturales y sociales de su tiempo a fin de llevar las almas a Dios: sencillez, fidelidad e inmediatez eran las características esenciales de su predicación, transparencia de su fe y de su santidad. Así el pueblo cristiano quedaba edificado y, como sucede con los auténticos maestros de todos los tiempos, reconocía en él la luz de la Verdad. Reconocía en él, en definitiva, lo que siempre se debería reconocer en un sacerdote: la voz del buen Pastor.”


LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
Manuel(Miles Christi)




Fuentes y Bibliografía:
Decreto del Concilio Vaticano II Presbyterorum Ordinis
Contitución Dogmática Sobre la Iglesia, “Lumen Gentium” del CV II
Pastores Dabo Vobis Juan Pablo II
Catecismo de la Iglesia Católica
Universidad de Navarra y el Derecho Canónico
Audiencia general del Papa Benedicto XVI , 14-04-10 Roma.
Cardenal Mauro Piacenza, Prefecto Congregación para el Clero, Vaticano 21-01-11
Congregación Para el Clero, Asamblea Plenaria 16 – 18 de marzo de 2009