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miércoles, 19 de octubre de 2022

¿PODEMOS ACEPTAR LA EUTANASIA DE UN SER QUERIDO?

¿PODEMOS ACEPTAR LA EUTANASIA DE UN SER QUERIDO? No puedo dejar de comentar algo que es noticia mundial sobre la muerte, diría más bien asesinato de Vincent Lambert , a quien le fueron negados sus derechos a un trato y cuidados dignos dada su condición de persona y paciente enfermo , literalmente se le dejó morir de hambre por la decisión de médicos apoyados en tribunales de Francia. Esto es realmente muy triste desde cualquier punto de vista, se les niega al paciente y sus familiares los cuidados para la preservación de la vida, no es el único caso, pero si el que ha sido más reciente y mediático. A los médicos se nos enseña a salvar vidas no a quitarlas, y cuando tenemos un paciente grave, con complicaciones o incluso en fase terminal de alguna enfermedad tratamos de usar nuestro conocimiento y las medidas necesarias para que el paciente tenga todos los cuidados y atenciones médicas necesarias para 1° Preservar su vida y sus funciones vitales autónomas hasta su deceso por causas naturales 2° No realizar un "Encarnizamiento terapéutico" que es abusar de tratamientos y medidas que prolonguen innecesariamente la vida sin que sea posible evitar el deceso natural de la persona y si aumentando su sufrimiento 3° los cuidados ordinarios para mantener una buena "calidad de vida" no pueden ser legítimamente interrumpidos, como es darles alimentos, bebidas que preserven sus funciones vitales, cuidados elementales de higiene, uso de medicamentos que calmen el dolor o la angustia y sobre todo no tomar medidas que aceleren, prolonguen sufrimiento o interrumpan la vida del paciente. En mi trabajo continuamente me veo obligado a dar informes a los familiares sobre el estado de salud, en ocasiones es sobre el deceso de sus seres queridos, ya sea porque sufrió una complicación y la persona no reaccionó a las medidas que la ciencia médica dispone y llega el término de la vida. En otros casos es porque los familiares o el mismo paciente ya no aceptan que se realicen medidas extraordinarias para prolongar la vida y el sufrimiento del enfermo, lo cual es moralmente aceptable y no contraviene la doctrina cristiana si se permite el curso natural de la enfermedad sin hacer uso de medidas de dudoso resultado o incluso experimentales, no se puede bajo ninguna circunstancia provocar la muerte, pero se acepta no poder impedirla, y por ello el paciente o sus familiares cuando él ya no puede tomar decisiones tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente. No es algo fácil, pero debemos guiarnos por un sentido de honestidad y ética profesional los que somos médicos o profesionales de la salud, y también como creyentes tener delicadeza y tacto para dar respuestas a quienes sufren y en su caso dar la noticia del fallecimiento, si bien no podemos detener el trance doloroso de la muerte para un ser querido, siempre podemos darle el sentido cristiano y la trascendencia de la vida de las personas que han sido llamadas a cuentas con nuestro Creador. Me ha tocado en ya muchos años de ejercer la medicina personas que toman de diferentes maneras el anuncio de la pérdida de su ser querido, desde la incredulidad, la negación, la ira, el llanto incontenible y la tristeza desgarradora, hasta quienes lo toman con tranquilidad y resignación cuando uno les informa la muerte de un familiar, algunos expresan palabras de enojo, otros de resignación, frustración, tristeza, algunos de liberación o agradecimiento por que ya no padecen sus enfermos. El estar frente a la muerte le da sentido a nuestra propia vida y nos enseña a valorarla, pero los creyentes debemos ir más allá, pues sabemos que la muerte es el destino común y final de todo hombre para presentarse al juicio delante de Nuestro Señor Dios, y con la esperanza de que tenga misericordia de los que mueren y de nuestra propia vida. El tema de la Eutanasia, que es un eufemismo para describir el asesinato de una persona que por su edad o discapacidad se cree que ya no es útil a la sociedad es algo que los cristianos debemos rechazar rotundamente, primero porque uno de los Mandamientos de la ley de Dios así lo dice “NO MATARÁS”, el quinto Mandamiento nos lo recuerda, como también la doctrina católica que a muchos se les ha olvidado. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice claramente en su numeral #2277 “Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre (cf. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Iura et bona)”.(1) Así pues no encontramos en la disyuntiva con pacientes como Vincent Lambert en el que su dignidad y derechos como ser humano fueron ignorados, lo que provocó su muerte, pero fue decisión de tribunales, médicos y algunos familiares que aceptaron la eutanasia en este caso. Por eso es importante conocer lo que enseña nuestra Iglesia, ya el Papa Benedicto XVI en su momento por medio de la Congregación para la doctrina de la fe respondía algunas preguntas que siempre vale la pena retomar en una carta respondiendo a preguntas de la Conferencia Episcopal Estadounidense sobre la hidratación y alimentación de enfermos, como es el caso de Vincent Lambert, leamos lo que dice: “Primera pregunta: ¿Es moralmente obligatorio suministrar alimento y agua (por vías naturales o artificiales) al paciente en “estado vegetativo”, a menos que estos alimentos no puedan ser asimilados por el cuerpo del paciente o no se le puedan suministrar sin causar una notable molestia física? Respuesta: Sí. Suministrar alimento y agua, incluso por vía artificial, es, en principio, un medio ordinario y proporcionado para la conservación de la vida. Por lo tanto es obligatorio en la medida y mientras se demuestre que cumple su propia finalidad, que consiste en procurar la hidratación y la nutrición del paciente. De ese modo se evita el sufrimiento y la muerte derivados de la inanición y la deshidratación. Segunda pregunta: ¿Si la nutrición y la hidratación se suministran por vías artificiales a un paciente en “estado vegetativo permanente”, pueden ser interrumpidos cuando los médicos competentes juzgan con certeza moral que el paciente jamás recuperará la consciencia? Respuesta: No. Un paciente en “estado vegetativo permanente” es una persona, con su dignidad humana fundamental, por lo cual se le deben los cuidados ordinarios y proporcionados que incluyen, en principio, la suministración de agua y alimentos, incluso por vías artificiales. El Sumo Pontífice Benedicto XVI, en la audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto, ha aprobado las presentes Respuestas, decididas en la Sesión Ordinaria de la Congregación, y ha ordenado que sean publicadas.(2) El Catecismo nos lo dice # 2279 Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados. (1) Así pues como Médicos Católicos cabe plantearnos el que debemos defender la vida desde su concepción hasta su fin natural, que no podemos hacer uso de nuestros conocimientos y pericias para detener la vida de ninguna persona mucho menos de nuestros pacientes, que debemos ser objetores de conciencia frente a casos en que el aborto, la eutanasia y la eugenesia pretenden ser vistos como algo bueno, noble y humano, cuando solo es el rostro de un relativismo y la mal entendida “autodeterminación” que en palabras de Juan Manuel de Prada “son consecuencia de un personalismo que se convierte en un valor absoluto desde el punto de vista moral, con independencia de la naturaleza de sus acciones y le permite expulsar de su vida el sufrimiento , o si no puede hacerlo naturaleza del hombre es la «libertad del querer»; o sea, la voluntad soberana imponiéndose sobre la naturaleza de las, expulsar del sufrimiento su vida, matándose exigiendo que otros le maten”(3). Por eso nos dice el Catecismo #2289 La moral exige el respeto de la vida corporal, pero no hace de ella un valor absoluto. Se opone a una concepción neopagana que tiende a promover el culto del cuerpo, a sacrificar todo a él, a idolatrar la perfección física y el éxito deportivo. Semejante concepción, por la selección que opera entre los fuertes y los débiles, puede conducir a la perversión de las relaciones humanas. No podemos aceptar que los conocimientos que adquirimos para salvar vidas se usen para lo contrario, daremos cuentas a Dios de nuestros actos. Acompañar al enfermo y a sus familiares en estos momentos es necesario de nuestra parte ya sea como profesionistas, pero más aún en calidad de Cristianos que debemos conformar nuestra voluntad y deseos a los de Dios Nuestro Señor, donde no podemos actuar como médicos siempre podemos actuar como hermanos que acompañan en este trance a su prójimo podemos dar palabras de consuelo y esperanza en la vida eterna que Cristo nos ha ganado al precio de su sangre. LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI Manuel Cuevas Miles Christi. (1) Catecismo de la Iglesia Católica (2) http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20070801_risposte-usa_sp.html (3) JUAN MANUEL DE PRADA (ABC 15-07-19) “Muerte digna”

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