Una de las más importantes consecuencias de Pentecostés es el Nacimiento de la Iglesia, que no es lo mismo que su Institución, pues Cristo ya la había formado e instituido desde la elección de los Doce y la elección de Pedro al frente de ellos (Mateo 16:18).
Sin embargo, los Doce (ya con Matías en vez deJudas Iscariote), seguían sin afrontar el gran reto de comenzar la predicación del Evangelio. Seguían ocultándose, y se reunían entre ellos, en casas -y con ellos participaba también la Sma. Virgen-, pero aun no empezaban la gran tarea que el Maestro les había encomendado:
"Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación." (Marcos 16:15)
La Iglesia es católica desde el mismo corazón de Cristo, al fundarla.
Si consideramos, como punto de partida, el Concilio de Jerusalén (49 DC) en el que, entre otras conclusiones, se acordó admitir la conversión de los gentiles sin obligarles a seguir los ritos judíos, para llamar a los discípulos de Cristo católicos, es, digamos, desde entonces, cuando podemos decir que o se es católico o sólo se aparenta serlo.
Es después de Pentecostés que salen a las calles de Jerusalén, y abiertamente, con valor y con inspiración, hablan a los judíos y predican la Buena Nueva. Ahora pasan de ser Discípulos, a ser Apóstoles; lo que aprendieron, ahora lo enseñan, lo que Cristo les dijo y les enseñó, ahora ellos lo transmiten a las demás personas.
Que el Espíritu Santo nos permita hacer lo mismo, que nos haga pasar de Discípulos a Apóstoles, y que no estemos escondidos o reunidos solos en un grupito, sino que salgamos al exterior, al mundo, a predicar la Buena Nueva, a TODA la Creación, como encargó a los cristianos el Divino Maestro.
Se Cumple la Promesa - Era Pentecostés: Πεντηκοστης, día celebrado por los judíos al final de la Pascua. PENTECOSTÉS hace referencia al Quincuagésimo Día después de Pascua, y aparece ordenado por Dios en Éxodo 34,22 y Deuteronomio 16,10, donde se le llama "la Fiesta de las Semanas".
Y ese día, al enviar al Espíritu Santo, Jesucristo demuestra una vez más que cumple sus Promesas. Ya Dios había cumplido la más importante de sus promesas, la de Enviar al Redentor, cuyo cumplimiento significó la Plenitud de los Tiempos.
Y Cristo, a lo largo de su recorrido terrenal con sus discípulos, una y otra vez les prometió el envío del Espíritu Santo, como nos cuentan los Evangelios:
«Y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre.» (Juan 14:16)
«Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí.» (Juan 15:26)
«Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré.» (Juan 16:7)
«Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.» (Lucas 24:49)
«Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días». (Hechos 1:5)
«A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.» (Hechos 1:7-8)
La promesa de enviar al Espíritu Santo era tan importante, que fue lo último que dijo Cristo a sus discípulos antes de elevarse al cielo, y esa promesa se CUMPLIÓ. En Pentecostés encontramos por lo tanto, una prueba más de que Dios cumple sus promesas, y que podemos esperar, con confianza, que cumplirá lo que nos ha prometido: Su Palabra es Veraz.
Muchos en estos días tienden a distinguir entre la Iglesia institución y la Iglesia pueblo de Dios. Nosotros estamos hablando de lo que sucede en el gobierno de la Ciudad del Vaticano que es un Estado, si bien es muy distinto el rol del episcopado y del santo Padre en la conducción del pueblo de Dios. Creo que estas cosas tenemos que distinguirlas. Por ejemplo, cuando sucede un hecho en lo penal, es un facto reducido a la Ley penal del Estado y no toca obligatoriamente a la Iglesia como institución cuya cabeza es Cristo.
La primera vez que los seguidores de Cristo fueron llamados cristianos fue en la comunidad de Antioquia, según nos relata el libro de Los Hechos de los Apóstoles.
La primera vez que los seguidores de Cristo fueron llamados católicos fue en la primera etapa de los Santos Padres, cuando el concepto de Iglesia Católica, igual a universal, se generalizó por toda la cuenca del Mediterráneo.
A partir de aquí, los bautizados en Cristo en la fe de la Iglesia, somos llamados cristianos o católicos. El término más usado en el último siglo es: Católico.
La misma Iglesia ha concedido este apelativo a centros de estudios, asociaciones laicales, y grupos varios.??Ahora el término católico está devaluado debido a grupos que utilizan ese porque les da lustre y pueden seguir vendiendo como católica una doctrina que no lo es.
La palabra «católico», compuesta de las griegas kato y holon significa general, universal, total (lat. secundum totum: San Agustín). En el griego clásico los filósofos llamaban katholikon a una proposición universal. También los universales se llamaron katholika. Los dioses astrales sirios fueron llamados katholikoi (véase H. de Lubac, Katholizismus, 44).
Ignacio de Antioquía fue el primero que usó la palabra katholikos para la Iglesia de Cristo (Carta a los Esmirnotas 8, 2). Dice: «Donde está Jesucristo, está la Iglesia católica.» La palabra significa, evidentemente, en este texto lo mismo que universal. En el mismo sentido es usada tres veces en el Martirio de San Policarpo (Introducción; 8, 1; 19, 2). En este escrito aparece una vez en el sentido de la Iglesia que cree rectamente (16, 2). Desde fines del siglo ii la palabra aparece con las dos significaciones. Desde el siglo iii es usada también como nombre propio a modo de sustantivo. Este uso parece haber sido normal hasta el siglo vri. Incluso en Bernardo de Claraval es llamada a veces la Iglesia de Cristo la Católica sin más (Explicación del Cantar de los Cantares 64, 8; PL 183, 1068).
La palabra implica varias significaciones. Se puede distinguir una catolicidad externa y otra interna. La catolicidad externa se refiere tanto al espacio como al tiempo. Respecto al espacio quiere decir que la Iglesia de Cristo está destinada a todo el mundo, a todos los pueblos y a todos los hombres de todos los tiempos. Por tanto, la catolicidad externa se puede llamar también personal (que afecta a las personas que pertenecen a la Iglesia). La interna se refiere a la plenitud de la verdad y de los bienes de salvación. Se la puede llamar también salvífico-ontológica..
“¿Cómo es posible imaginar un consejo o una confederación mundial cristiana, en la que cada uno de sus miembros pueda, hasta en materia de fe, conservar su sentir y juicio propio aún estos contradigan al juicio y sentir de los demás?... Entre tan grande diversidad de opiniones, no sabemos cómo se podrá abrir camino para conseguir la unidad de la Iglesia, unidad que no puede nacer más que de un solo magisterio, de una sola ley de creer y de una sola fe de los cristianos... De esa diversidad de opiniones es fácil es fácil el paso al menosprecio de toda religión, o "indiferentismo", y al llamado "modernismo", con el cual los que están desdichadamente inficionados, sostienen que la verdad dogmática no es absoluta sino relativa, o sea, proporcionada a las diversas necesidades de lugares y tiempos, y a las varias tendencias de los espíritus, no hallándose contenida en una revelación inmutable, sino siendo de suyo acomodable al a vida de los hombres... Porque la unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron; a aquella única y verdadera Iglesia que todos ciertamente conocen y que por la voluntad de su Fundador debe permanecer siempre tal cual EL mismo la fundó para la salvación de todos... No puede adulterar la Esposa de Cristo; es incorruptible y fiel. Conoce una sola casa y custodia con casto pudor la santidad de una sola estancia... Vuelvan los hijos disidentes, no ya con el deseo y al esperanza de que La Iglesia de Dios vivo, la columna y el sostén de la verdad, abdique de la integridad de su fe, y consienta los errores de ellos, sino para someterse al magisterio y al gobierno de ella...” [“Mortalium Animos”, ¿cómo fomentar la verdadera unidad de los cristianos?, de S.S. Pió XI, 1928]
Cuiden de sí mismos y de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les ha colocado como Obispos [“episkopos”]: pastoreen la Iglesia del Señor, que ÉL [Jesucristo] adquirió con su propia sangre. 29Sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos voraces que no perdonarán al rebaño [y querrán acabar con La Iglesia]. 30De entre ustedes mismos surgirán hombres que enseñarán doctrinas falsas [deformarán la sana doctrina cristiana] e intentarán arrastrar a los discípulos tras sí. 31Estén, pues, atentos, y recuerden que durante tres años no he dejado de aconsejar a cada uno de ustedes noche y día, incluso entre lágrimas.” [San Pablo - Hechos Cap. 20]
La Iglesia es en la historia una anticipación del reino de Dios, y lo demuestra también por ser católica, es decir, universal.
La Iglesia es tan bíblica como "eclesiástica" es la Biblia: universal-católica como la Iglesia. La Iglesia es notablemente lógica y notablemente bíblica: En tanto que su razón de existir, su composición, sus funciones y su papel son enseñados y defendidos por la Escritura.
Es bíblica en tanto que ENSEÑA la doctrina cristiana basándose en la Escritura.
La Biblia es "eclesiástica": En tanto que (el N.T.) fue escrito por Apóstoles y maestros de la Primitiva Iglesia Cristiana. Es "eclesiástica" en tanto que es compilada, ordenada, traducida, preservada y difundida por la Iglesia Cristiana. Y es "eclesiástica" en tanto que reconoce y somete la interpretación de sus textos a la Iglesia, el instrumento de Dios para enseñar la fe, en la naciente y para siempre ‘Iglesia católica’, hoy peregrina en un valle de lágrimas, mañana triunfante en Cristo.
No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido.
Entre el Hijo de Dios encarnado y su Iglesia existe una profunda, inseparable y misteriosa continuidad, en virtud de la cual Cristo está presente hoy en su pueblo. Es siempre contemporáneo nuestro, es siempre contemporáneo en la Iglesia construida sobre el fundamento de los Apóstoles, está vivo en la sucesión de los Apóstoles. Y esta presencia suya en la comunidad, en la que él mismo se da siempre a nosotros, es motivo de nuestra alegría. Sí, Cristo está con nosotros, el Reino de Dios viene. S.S.Benedicto PP XVI-2006.03.15, en San Pedro-Vat.
Iglesia de Cristo - ¿Por qué decimos que la Iglesia es Romana?
Un hecho histórico vino a poner esta nota en la Iglesia de Cristo: San Pedro, el primero entre los Apóstoles, fue a Roma y ahí murió, crucificado en cruz invertida*.
En los Evangelios aparece San Pedro con un lugar muy importante entre sus compañeros apóstoles, esta primacía es confirmada por Cristo resucitado. En los Hechos es quien tiene la dirección principal de la Iglesia naciente. Así se le consideró como signo de ser la Iglesia de Cristo el estar en comunión con Pedro. San Pablo mismo que tiene una parte tan importante en la propagación del cristianismo primitivo, confiesa que después de su conversión fue a estar unos 15 días con Pedro, no fuera a suceder que su mensaje no estuviera de acuerdo con él.
Este puesto importante de Pedro en toda la Iglesia lo sigue teniendo el sucesor de Él, en Roma, porque ahí murió en el año 64/7ca. dando su vida por Cristo como testimonio final de su amor al Maestro. Fue enterrado en la colina vaticana de la ciudad de Roma-Italia, bajo Nerón. Conocemos los nombres de todos los sucesores de Pedro hasta el presente. Hoy también los cristianos conservamos la comunión con la Iglesia de Roma. Por eso decimos que la Iglesia es Romana, siendo este un dato unicamente histórico y establecido por la evidencia cronológica irrefutable.
La Iglesia es de hombres pecadores. Por desgracia, en el seno de la Iglesia, que está constituida por hombres, no faltan los pecadores, sobre todo cuando no se vive el precepto de la caridad, que es esencial y es el primero para un cristiano. De este modo se produce un antitestimonio de Jesucristo. La muchedumbre inmensa de los mártires testifica con su sangre la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo, porque, aunque haya en ella pecadores, es a la vez una Iglesia de mártires, es decir, de cristianos auténticos, que han practicado su fe en Cristo y su caridad hacia los hermanos, incluidos los enemigos, hasta el sacrificio, no sólo de su vida, sino también con frecuencia de su honra, habiendo tenido que soportar humillaciones tremendas, entre otras la de ser tachados de traidores y farsantes.
Faltas del pasado - No podemos ocultar que muchos que profesaban ser discípulos de Jesús han cometido errores a lo largo de la historia. Con frecuencia, ante problemas graves, han pensado que primero se debía mejorar la tierra y después pensar en el cielo. La tentación ha sido considerar que, ante necesidades urgentes, en primer lugar se debía actuar cambiando las estructuras externas. Para algunos, la consecuencia de esto ha sido la transformación del cristianismo en moralismo, la sustitución del creer por el hacer. Por eso, mi predecesor de venerada memoria, Juan Pablo II, observó con razón: «La tentación actual es la de reducir el cristianismo a una sabiduría meramente humana, casi como una ciencia del vivir bien. En un mundo fuertemente secularizado, se ha dado una “gradual secularización de la salvación”, debido a lo cual se lucha ciertamente en favor del hombre, pero de un hombre a medias, reducido a la mera dimensión horizontal. En cambio, nosotros sabemos que Jesús vino a traer la salvación integral»[Enc.Redemptoris missio.].S.S. Benedicto PP XVI: MMVI
Petición de perdón - Para concluir, quisiera haceros partícipes de una reflexión, que me interesa particularmente. La petición de perdón, de la que tanto se habla en este período, atañe en primer lugar a la vida de la Iglesia, a su misión de anunciar la salvación, a su testimonio de Cristo, a su compromiso en favor de la unidad, en una palabra, a la coherencia que debe caracterizar a la existencia cristiana. Pero la luz y la fuerza del Evangelio, del que vive la Iglesia, pueden iluminar y sostener, de modo sobreabundante, las opciones y las acciones de la sociedad civil, en el pleno respeto a su autonomía. Por este motivo, la Iglesia no deja de trabajar, con los medios que le son propios, en favor de la paz y de la promoción de los derechos del hombre. En el umbral del tercer milenio, es legítimo esperar que los responsables políticos y los pueblos, sobre todo los que se hallan implicados en conflictos dramáticos, alimentados por el odio y el recuerdo de heridas a menudo antiguas, se dejen guiar por el espíritu de perdón y reconciliación testimoniado por la Iglesia, y se esfuercen por resolver sus contrastes mediante un diálogo leal y abierto. 31. X. 1998 S.S. Juan Pablo II – Magno
Queridos hermanos, no se dejen sorprender,conozcan su fe,conozcan su Iglesia, amenla pues Cristo mismo es quien la fundó, quien instituyó a Pedro y por él a sus sucesores de que tendrían las llaves del reino de los Cielos, cual un Rey delega en un canciller o misnistro una función importante, asi que reconozcamos esto y que Jesús fiel a sus promesas prometió siempre estar con su Iglesia hasta el fin de los tiempos. (Mt 16,18-19; Mt 28,20)
Fuente: conocereisdeverdad.org
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