Michele Antonio Ghislieri nace el 17 de enero de 1504 en Alessandría (Italia), Hijo de Pablo Ghislieri y Dominica Augeria. En 1521, a sus diecisiete años, profesa en la Orden de Predicadores, en Vigevano, tomando el nombre de Miguel. Realiza su "currículum" filosófico - teológico en Bolonia. Posteriormente cumple el ministerio de Lector de Filosofía y de Teología en Pavía.
A los cuarenta y siete años, en 1551 es llamado a Roma por Julio III y designado Comisario General del Santo Oficio, donde trabaja por la difusión y la pureza de la fe. Pablo IV le nombra obispo de Sutri y Nepi en 1556, y cardenal en 1557. El mismo Pablo IV, en 1560, le traslada a Mondovi (Piamonte), diócesis que se encuentra en lamentable estado, donde se empeña por acercarla al Evangelio de Jesucristo.
Pío IV murió en diciembre de 1565. El cardenal Ghislieri fue elegido para sucederle, gracias, sobre todo, a los esfuerzos de san Carlos Borromeo, quien veía en él al reformador que la Iglesia necesitaba. Miguel Ghislieri tomó el nombre de Pío V ,es elegido Papa en 1566 a los sesenta y dos años de edad. No es un príncipe, sino un asceta el que la Orden de Santo Domingo . Desde el primer momento de su pontificado, puso de manifiesto que estaba decidido a aplicar no sólo la letra, sino también el espíritu del Concilio de Trento. Con motivo de la coronación de un nuevo papa, solían distribuirse regalos a la multitud; Pío V ordenó que se diesen dichos regalos a los pobres de los hospitales y que se repartiese, entre los conventos más necesitados de la ciudad, el dinero que estaba destinado a cubrir los gastos de un banquete que solía ofrecerse a los cardenales, embajadores y otras altas personalidades. Uno de los primeros decretos del nuevo Pontífice fue para que los obispos residiesen en sus diócesis y los párrocos en sus parroquias, so pena de severos castigos. San Pío V se ocupó con el mismo celo de purificar la curia, que de acabar con los bandoleros en los Estados Pontificios; de promulgar leyes contra la prostitución, que de prohibir las corridas de toros. En una época de escasez, importó de Francia y Sicilia grandes cantidades de grano y mandó distribuir gratuitamente la mayor parte y vender el resto a un precio inferior al de costo. Resuelto a acabar con el nepotismo, mantuvo a sus parientes a distancia; aunque continuando la tradición tuvo que elevar a uno de sus sobrinos al cardenalato, le concedió poderes muy reducidos.
El nuevo Papa ofrece a la Iglesia el Breviario y Misal Romanos para que alimente su oración: también se esfuerza por confirmar a toda la Iglesia en la misma fe. Así publica el "Catecismo" del Concilio de Trento, llamado "Catecismo Romano",el nuevo Breviario fue publicado en 1568; en él se omitían las fiestas y extravagantes leyendas de algunos santos y se daba a las lecciones de la Sagrada Escritura su verdadero lugar. El nuevo Misal, que apareció dos años más tarde, restableció muchas costumbres antiguas y adaptó la vida litúrgica a las necesidades de la época. La nueva liturgia fue obligatoria en toda la Iglesia de occidente excepto en los casos en que existían costumbres locales que databan de más de doscientos años, como por ejemplo, en la Orden de Predicadores, a la que pertenecía el Papa. A San Pío V debió la Iglesia la mejor edición que se había hecho hasta entonces de las obras de Santo Tomás de Aquino, quien fue titulado Doctor de la Iglesia por el mismo papa. Las penas que decretó san Pío V contra las violaciones del orden moral eran tan severas, que sus enemigos le acusaron de que quería convertir a Roma en un monasterio. El éxito del papa se debió, en gran parte, a la veneración que el pueblo le profesaba por su santidad. Ayunaba en el adviento y durante la cuaresma, aun en sus últimos años de vida, a pesar de sus achaques. Su oración era tan fervorosa, que el pueblo aseguraba que obtenía cuanto pidiese a Dios. Frecuentemente visitaba los hospitales y asistía personalmente a los enfermos.
Las reformas que hemos enumerado, habrían consumido todas las energías de un hombre común y corriente; en el caso de san Pío V no eran siquiera su principal preocupación. Los dos grandes problemas de su pontificado fueron la divulgación del protestantismo y las invasiones de los turcos. Contra ambas amenazas trabajó incansablemente; dio nuevo impulso a la Inquisición, de suerte que el sabio Bayo, cuyos escritos fueron condenados, sólo pudo salvar la vida al retractarse. Pero no todos los éxitos del papa contra el protestantismo se debieron a métodos tan drásticos, ya que, por ejemplo, san Pío V convirtió a un inglés, simplemente con la santidad y dignidad que trashumaban de él. Durante su pontificado, se completó el catecismo que el Concilio de Trento había mandado redactar y el santo Pontífice mandó traducirlo inmediatamente a varias lenguas. Igualmente impuso a los párrocos la obligación de impartir instrucción religiosa a los niños y jóvenes. Aunque san Pío V era más bien conservador, se adelantó a la mayoría de sus contemporáneos en la importancia que atribuía a la instrucción en el caso del bautismo de los adultos.
Su corazón se inquieta frente a las nuevas situaciones pastorales. Por una parte, mundos recientemente descubiertos que es necesario evangelizar; y por otra, países protestantes que comienzan a nacer. A fin de abordar tales problemas crea dos congregaciones cardenalicias que serán base de la posterior Sagrada Congregación "De Propaganda Fide" (creada en 1622). Proclama a Tomás de Aquino "Doctor de la Iglesia" e impulsa la "Opera Omnia" conocida como "Piana".
Se esfuerza por hacer coincidir la sociedad terrena con el Reino de Dios. Ve destrucción y muerte sobre Europa con la inminente invasión de los otomanos. Por eso, propicia entre los príncipes la liga de España y Venecia para detenerlos. Se alcanza la victoria en Lepanto el día 7 de octubre de 1571, mientras el Papa se encuentra en oración a María, la Madre de Dios, en su devoción al rosario; por ello instituye para este día la fiesta con el título de Nuestra Señora de la Victoria que en 1573 se denominará "del Rosario".
Pío V apoyo a Don Juan de Austria y Marcantonio Colonna, que acabaron con el poder de los turcos en el Mediterráneo. Al mando de un ejército de veinte mil soldados, zarparon de Corfú y encontraron a la flota turca en el Golfo de Lepanto. Allí derrotaron a los turcos en una de las más famosas batallas navales. El papa había orado por la flota cristiana -frecuentemente con los brazos en cruz-, desde que ésta zarpó. Además, había decretado oraciones públicas y ayunos privados. Precisamente a la hora de la batalla, se llevaba a cabo en la iglesia de la Minerva una procesión del santo rosario para pedir por la victoria de los cristianos. El papa se hallaba tratando algunos negocios con varios cardenales; súbitamente interrumpió la conversación, abrió la ventana y permaneció unos minutos con los ojos clavados en el cielo. Después cerró la ventana y dijo a los cardenales: «No es el momento de hablar de negocios; demos gracias a Dios por la victoria que ha concedido a los ejércitos cristianos». Para conmemorar dicha victoria, incluyó más tarde, en las Letanías de la Virgen, la invocación «Auxilio de los cristianos», e instituyó una fiesta en honor del santo rosario. El día de la gran victoria fue el 7 de octubre de 1571. Al año siguiente, el papa sufrió el violento ataque de una dolorosa enfermedad de la que había sufrido mucho tiempo y que sus austeridades habían agravado. Dicha enfermedad le llevó a la tumba el 1 de mayo de 1572, a los sesenta y ocho años de edad.
San Pío V -el último de los papas que alcanzó el honor de los altares hasta el advenimiento de san Pío X- fue canonizado en 1712. El santo Pontífice practicó durante toda su vida la austeridad monacal de su juventud. Su bondad y fervor eran proverbiales: no se contentaba con ayudar económicamente a los pobres y a los enfermos, sino que los asistía personalmente. Cierto que en el carácter de san Pío V había también un aspecto de rudeza, que muchos historiadores se han encargado de subrayar; pero durante su pontificado, en el que no le faltó el apoyo y el ejemplo de hombres de la talla de un san Felipe Neri, Roma empezó a percibir los resultados del Concilio de Trento y volvió a merecer el título de Ciudad Apostólica y Primera Sede del mundo.
San Pío V murió santamente en Roma el 1 de mayo de 1572, a sus sesenta y ocho años y siete de papado. Beatificado por Clemente X, fue canonizado por Clemente XI el 22 de mayo de 1721. Su cuerpo se venera en la capilla del Santísimo Sacramento de la basílica romana de Santa María la Mayor.
Semblanza espiritual
Ejemplo de pobreza, humildad e inagotable actividad, es elegido dos veces prior por los hermanos de su Orden. Todo lo edifica sobre la oración. Siendo Papa Pío V visita a pie las iglesias de Roma. Su vida testifica la palabra del apóstol Pablo: "¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en Vosotros?"
En cuanto conductor del Pueblo de Dios, vibra con las vicisitudes de los pobres, siente cariño por los cristianos de Roma, que si en un principio fueron muy entusiastas con él, después lo apreciarán como a un padre. En Roma reformó las costumbres del clero y del laicado.
Desde el momento en que es elegido Papa, conservará el espíritu y el hábito dominicano dedicándose con total decisión a poner en práctica, con el ejemplo de su vida, todas las consignas del Concilio de Trento para la reforma de la Iglesia y el bien de las almas. Estimuló la formación teológica de los clérigos en los seminarios a los que, entre otras medidas, propone la introducción de la enseñanza de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.
SAN PÍO V
ORA PRO NOBIS.
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