HÉROES DEL CONCILIO DE TRENTO
ALFONSO SALMERÓN S.J.
Jesuita, erudito en Sagradas Escrituras, nació en Toledo el 8 de septiembre de 1515, murió en Nápoles el 13 de febrero de 1585. Estudió literatura y filosofía en Alcalá y luego se fue a París a estudiar filosofía y teología. Por medio de James Lainez conoció a San Ignacio de Loyola y junto con Lainez, Faber y San Francisco Javier se alistó como uno de los primeros compañeros de Loyola (1536). La pequeña compañía salió de París el 15 de noviembre de 1536 y llegaron a Venecia el 8 de enero de 1537, y durante la Cuaresma de ese año fueron a Roma. Pronunció un discurso ante el Santo Padre y en respuesta se le concedió dispensa para recibir los órdenes sagrados en cuanto llegara a la edad canónica. Cerca del 8 de septiembre, todos los primeros compañeros se reunieron en Vicenza y todos, salvo San Ignacio, dijeron su primera Misa. Abandonaron el plan de peregrinar a Tierra Santa. Salmerón se dedicó en Siena a los pobres y a los niños. El 22 de abril de 1541 pronunció sus votos solemnes en San Pablo de Extramuros como miembro profeso de la recién fundada Compañía de Jesús. En el otoño de ese año, Paulo III envió a Salmerón y Broët como nuncios apostólicos a Irlanda. Llegaron por Escocia el 23 de febrero de 1542. Treinta y cuatro días después zarparon hacia Dieppe y París.
Durante dos años Salmerón predicó en Roma. Su exposición de la Epístola a los Efesios tres veces por semana en la iglesia de la Compañía hizo mucho bien (1545). Después de predicar la Cuaresma en Bolonia acudió con Lainez al Concilio de Trento (18 de mayo de 1546) como teólogo de Paulo III. Se discutía el dogma de la justificación. Los dos jesuitas enseguida se ganaron el corazón y el respeto de todos de manera que sus discursos se imprimían y distribuían a los obispos. Ambos partieron hacia Bolonia con el concilio (14 marzo 1547). Tras una seria enfermedad en Padua, Salmerón enseguida se reincorporó al trabajo del concilio. Los dos años siguientes los pasó en gran parte predicando en Bolonia, Venecia, Padua y Verona. El 4 de octubre de 1549, con sus compañeros Le Jay y Canisio, se doctoraron en la Universidad de Bolonia, de manera que pudieron, ante una invitación urgente de Guillermo IV de Baviera, aceptar cátedras en Ingolstadt. Salmerón emprendió la interpretación de la Epístola a los Romanos y llamó la atención de todos por su saber y gracia en la exposición.
Durante dos años Salmerón predicó en Roma. Su exposición de la Epístola a los Efesios tres veces por semana en la iglesia de la Compañía hizo mucho bien (1545). Después de predicar la Cuaresma en Bolonia acudió con Lainez al Concilio de Trento (18 de mayo de 1546) como teólogo de Paulo III. Se discutía el dogma de la justificación. Los dos jesuitas enseguida se ganaron el corazón y el respeto de todos de manera que sus discursos se imprimían y distribuían a los obispos. Ambos partieron hacia Bolonia con el concilio (14 marzo 1547). Tras una seria enfermedad en Padua, Salmerón enseguida se reincorporó al trabajo del concilio. Los dos años siguientes los pasó en gran parte predicando en Bolonia, Venecia, Padua y Verona. El 4 de octubre de 1549, con sus compañeros Le Jay y Canisio, se doctoraron en la Universidad de Bolonia, de manera que pudieron, ante una invitación urgente de Guillermo IV de Baviera, aceptar cátedras en Ingolstadt. Salmerón emprendió la interpretación de la Epístola a los Romanos y llamó la atención de todos por su saber y gracia en la exposición.
Al morir el duque Guillermo, y ante la insistencia del obispo de Verona, y a disgusto de la facultad de la Academia de Ingolstadt, Salmerón fue devuelto a Verona (24 de septiembre de 1550). Ese año explicó el Evangelio según san Mateo. Al año siguiente (1551) fue llamado a Roma a ayudar a San Ignacio en la elaboración de los estatutos de la Compañía, pero otra tarea estaba en reserva. Pronto fue enviado a Nápoles (febrero de 1551) para inaugurar allí el primer colegio de la compañía pero después de varios meses volvió a ser llamado por Ignacio para volver al Concilio de Trento como teólogo del Papa Julio III. Durante las discusiones preliminares a estas sesiones Lainez y Salmerón dieron sus votos por primera vez, como teólogos papales. Al suspenderse de nuevo las sesiones, Salmerón volvió a Nápoles (octubre de 1552). Paulo IV le envió a la Dieta de Augsburgo (mayo de 1555) con el nuncio Luigi Lippomano, y desde allí a Polonia y más tarde (abril 1556) a Bélgica. Aún volvió a Bélgica como consejero del cardenal Vicente Caraffa (2 de diciembre de 1557). Lainez nombró a Salmerón primer provincial de Nápoles (1558) y vicario general (1561) durante la legación apostólica de aquél a Francia.
Se reabrió el Concilio de Trento (mayo 1562) y un tercer pontífice, Papa Pío IV, eligió a Salmerón y Lainez como teólogos papales. El papel era muy delicado; se discutiría el origen divino del los [derecho]]s y deberes de los obispos. Durante los años 1564 - 82 Salmerón se dedicó principalmente a predicar y escribir; predicó todos los días durante dieciocho cuaresmas. Su predicación era ferviente, culta y fuctífera. Sus escritos durante este período fueron voluminosos; Belarmino pasó cinco meses en Nápoles revisándolos. Cada día le señalaba a Salmerón lo que no fuera completamente satisfactorio y al día siguiente lo traía corregido.
Los principales escritos de Salmerón son sus dieciséis volúmenes de comentarios bíblicos ---once sobre los Evangelios, uno sobre los Hechos y cuatro sobre las epístolas paulinas. Southwell dice que esos dieciséis volúmenes fueron impresos por Sánchez en Madrid de 1597 hasta 1602; en Brescia, 1601; en Colonia 1602-04. Sommervogel (Bibliothèque de la C. de J., VII, 479) ha seguido la pista solamente a doce volúmenes de la edición de Madrid---los once de los Evangelios y uno de los comentarios paulinos. Los volúmenes del Evangelio se titulan, "Alfonsi Salmeronis Toletani, e Societate Jusu Theologi, Commentarii in Evangelicam Historiam et in Acta Apostolorum, in duodecim tomos distributi" (Madrid, 1598-1601). La primera edición de Colonia, junto con la segunda (1612-15), se hallan completas. Estos voluminosos comentarios son las exposiciones populares y universitarias que Salmerón había pronunciado durante sus días de predicación y enseñanza. En su ancianidad, recopiló las notas, las revisó y dejó sus volúmenes preparados para la publicación póstuma por Bartolomé Pérez de Nueros. Grisar (Jacobi Lainez, Disputationes Tridentinae, I, 53) cree que el comentario a los Hechos es obra de Pérez; Braunsberger (Canisii epist., III, 448) y los editores de "Monumenta Historica S.J." (Epistolae Salmeron, I, XXX) no están de acuerdo con Grisar.
La agudeza crítica de Salmerón, su estudio juicioso de los Padres y su conocimiento de la Sagrada Escritura hizo a su exégesis bíblica digna de la atención de los estudiantes. Sobresalió por su devoción a la Iglesia, fortaleza, prudencia y magnanimidad. Las Actas del Concilio de Trento muestran que ejerció tremenda influencia allí con sus votos sobre la justificación, la Eucaristía, penitencia, Purgatorio, indulgencias, el Sacrificio de la Misa, matrimonio y origen de la jurisdicción episcopal---todos asuntos muy importantes debido a la gradual infiltración de algunas ideas heréticas en una minoría de la jerarquía de aquellos días.
Fuente: Drum, Walter. "Alphonsus Salmeron." The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/13402b.htm>.
Traducido por Pedro Royo. L H M
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