VIAJE EN EL TREN
Despierto
por el ruido y el ajetreo que siente mi cuerpo, reacciono
lentamente saliendo del sopor que me
produce aún el sueño, y reacciono con sorpresa cuando me doy cuenta que viajo en
el vagón de un tren, a mi lado veo una pareja de ancianos, personas mayores que
me sonríen y sin decir nada me ofrecen algo de comer.
Me doy
cuenta que tengo hambre pues devoro lo que me dan y bebo con ansia el vaso
de agua que me ofrecen, agradecido no atino sino a sonreírles a ellos ,entonces
pregunto, ¿Dónde estamos? ¿Y para donde va este tren? Ellos divertidos
solo dicen, estamos en el viaje y vamos hacia adelante.
Trato de
sacar más información y pregunto, pero ¿de dónde salió el tren? Ellos solo
dicen de allá atrás, señalando la ancianita con su mano achacosa la parte
posterior del vagón.
De repente
me doy cuenta que no recuerdo nada, ni mi nombre, ni quien soy, ni como llegué
al tren, les pregunto a los ancianos y me dicen que yo solamente llegué cuando
iniciaba el viaje y justo a tiempo para que no me dejaran, busco en mi bolsa y
solo encuentro ropa, unos papeles, un Rosario, algo de dinero, pero no
encuentro fotos o alguna identificación que me diga quién soy.
Me empiezo
a preocupar, el viejecito me dice ¿Qué te pasa muchacho? Me da pena decirles
pues pensarán que estoy loco o que quiero burlarme de ellos, pero con esos ojos
de sabiduría que da la experiencia de los años, me dice
-Estás
preocupado por qué no sabes quién eres y que haces aquí, verdad? Sorprendido lo
veo y sus rasgos me parecen conocidos, podría ser cualquier persona que alguna
vez conocí, solo le digo, ¿usted me conoce? Él me dice,
-Claro que
te conozco muchacho, de toda tu vida, solo que a veces perdemos el rumbo y nos
llenamos de tantas cosas que olvidamos quienes somos realmente
Le comento al anciano, ¡dígame quien soy por
favor! Me dice;
-Eso tienes
que descubrirlo tú mismo muchacho
Aturdido
por su respuesta, trato de pararme y me tambaleo, los ancianos me sostienen y
me ayudan a caminar, parecen mis primeros pasos, así salgo al pasillo y empiezo
a caminar buscando no se realmente que, quizá respuestas, quizá algo que me
diga si esto es real o solamente sigo
soñando.
Pasando
por los diferentes camarotes veo a personas serias, algunas leyendo, niños
peleando, parejas discutiendo, novios abrazados, y sigo, trato de buscar la
entrada a otro vagón y encuentro uno donde parece haber una fiesta, música,
ruido, bebidas, me invitan a quedarme unas personas para estar con ellas y
pasemos un rato divertido, cuando estoy a punto de aceptar tropiezo y caigo de
rodillas, el dolor me despierta y me hace reaccionar, algo me dice que detrás
de todo eso no existe nada bueno, verdadero o que valga la pena, logro salir a
otro vagón dormitorio donde veo algunos
que se disponen a descansar, me ofrecen un camarote, pero no quiero dormir,
quiero saber que pasa, recuerdo que cuando desperté y revise mis cosas traía un
Rosario, lo tomo entre mis manos ansiosas y empiezo a sentir una calidez que me
llega al corazón, no sé cómo ni quien me enseñó, pero empiezo a rezarlo, al
hacerlo descubro que algunos camarotes son oscuros y con un olor repugnante
aunque se ven lujosos y atractivos, otros los veo grises y monótonos, como si
se hubiera ido toda la alegría y el color de ellos y solo quedara la rutina, la
costumbre y el hastío.
En otros se
siente paz y alegría, y una sensación de estar en casa ahí es cuando siento más
fuerte el calorcito en mi corazón y en el Rosario que llevo en mi mano, siento que poco a poco voy
entendiendo algo sobre este tren, sobre
lo que ví,pero sobre todo siento que estoy recordando o descubriendo quien soy.
Encuentro a
un operario del tren y me pide el
boleto, le digo que no traigo, pero me dice, si lo tienes en tu camisa,
y toma el boleto y lo perfora, aun no sé cómo llegó ahí, le quiero preguntar algo,
pero desaparece sin que vea a donde se fue.
Continuo
caminando por los pasillos de los vagones, puedo observar el paisaje, pero hay
algo raro, cambia mucho del desierto, entra a una selva, luego veo paisajes de
ciudades o un bosque, pero no hace ninguna parada el tren, cada vez estoy más
confundido, entramos a una serie de túneles y siento que me cuesta respirar
solo que de repente el silbato del tren me hace brincar y puedo percibir la
penumbra de una luz al salir el tren
del túnel.
Salgo de
los vagones y llego a la Locomotora, ahí está el maquinista y me dice, ¿Por qué
tardaste tanto? Te estaba esperando
Yo me quedo
atónito de sus palabras y solo puedo balbucear
-pero es
que no sé cómo llegué aquí, quien soy,
Pero me
para en seco el maquinista y me dice
-Tranquilo
muchacho ya casi llegamos a tu destino, yo te explico todo, pero primero que nada tienes que saber quién
eres tú.
Abro los
ojos asombrado y como en una película veo pasar mi vida, con alegrías y
tristezas, cometiendo errores y aciertos, veo a mis padres, familia y amigos,
mi bautizo, al amor que me ha rodeado, mi boda con la mujer que me ama y me ha
acompañado, a los hijos que amo y se quedan esperando su propio tren y siento
que nunca he estado solo, que mi vida tiene un sentido y que en todo el
universo no hay nadie como yo que fui creado por amor para llegar a este
destino que me espera.
Y al pensar
en quien me creó y amó entiendo por fin quien soy, no me cabe la menor duda,
soy el Hijo pródigo que regresa a casa, soy el alma errante que recorre el
mundo buscando espejismos y que tenía todo en casa, mi Padre me espera, mi
familia me espera, he gastado y dilapidado mi herencia, y aun así mi Padre me
ama, y sé que me espera cuando el tren llegue a la estación, mi corazón palpita
de emoción, me pongo el Rosario en el cuello como un collar que dice ,vean soy
el hijo de mi Padre que a pesar de mis caídas regresa a casa.
El
Maquinista sonríe y dice, ves, ya entendiste casi todo tu solo, el tren es tu
vida, inicia cuando empieza tu viaje, los viejitos eran tus Padres que te
alimentaron y dieron la vida y el sustento por ser su hijo, regalo de Dios, los
vagones y las personas que viste son todas las que en tu vida tuviste cerca, a
algunas las alejaste, las heriste, a otras las ayudaste.
Algunas
cosas pudieron hacerte perder tu viaje y tener un trágico fin, pero siempre
hubo quien veló por ti, ¿ves ese Rosario que traes sobre tu cuello? Pues ella
te cuidaba, ni duda cabe.
Yo sabiendo
la respuesta pregunto, ¿Ella? ¿Te refieres a…? Si zonzo a ella, a la Virgen, ¿pues
que todavía no despiertas?
Bueno ,
continua el Maquinista, el asunto es que ya estamos llegando a la estación, el
mismo Padre de todos viene a recibirte pues realmente te ama y le da una
alegría inmensa ver que no te ha perdido, y te espera para darte un abrazo que
abarca el mundo entero y que muestra su perdón y amor.
Entonces
significa que estoy muerto?
No mi
amigo, vaya te tengo que dar unos coscorrones, tu sí que estas lento para
entender, no estás muerto, ¡estas Vivo!, más vivo que nunca, los muertos son
los que no terminan el viaje y se quedan en cualquier lugar, en cualquier
espejismo, vagón o se dejan engatusar perdiendo el viaje a la verdadera vida,
tu llegaste a tu destino y no puede ser más maravilloso.
Yo no puedo
menos que temblar de emoción y entiendo todo lo que ha sido este viaje,
arrepentido por mis errores y fallas que a punto estuvieron de descarrilar mi
tren, el tren de la vida, le doy un abrazo al Maquinista que me corresponde afectuoso y me dice,
Vamos
muchacho, tu Padre te espera ya llegamos
a destino y a tu fiesta no hagas esperar
al Señor del Universo.
Bajo y es
increíble la luz y los colores que hay en todo lo que me rodea, veo caras de
amor y cariño de gente que conozco y están ahí, se acerca hacia mí
Dios mismo y solo puedo gritar
¡Padre he
pecado contra el cielo y contra ti, no soy digno de llamarme hijo tuyo!
Pero
Él, amoroso, me recoge entre sus brazos
y me dice, hijo mío bienvenido a casa, te estaba esperando.
Miles
Christi Manuel Cuevas
A 2 de
noviembre del año del Señor de 2017.
© Manuel Cuevas Ramírez.(Miles Christi)
ADENDUM: Este cuento lo hice el año pasado por estas fechas, pero hasta hoy me animé a compartirlo,recordemos que estamos llamados a vivir en santidad y que nuestra salvación ha sido comprada al precio de la preciosa sangre de Cristo, nuestro Señor y Redentor
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