domingo, 10 de septiembre de 2017

EL PADRENUESTRO

EL PADRE NUESTRO ORIGINAL EN ARAMEO
Manuel Miles Christi



La oración del Padre Nuestro es única ya que N.S. Jesucristo nos enseña a llamar a Dios ,Padre, y pues es claro que desde el principio la Iglesia a sido la guardiana de preservar todas las verdades reveladas por Dios.
Actualmente anda circulando en muchas partes versiones "alternativas" del Padre Nuestro, que tienen influencias de New Age, budismo,yoga y panteismo, que no tiene nada que ver con la verdadera traducción del Arameo al Griego,Latin y posteriormente a todos los demás idiomas, piensan que el decir una mentira muchas veces lo convertirá en verdad, pero no es así,
Supuestamente en una piedra de marmol blanca hallada en el huerto de los Olivos se encontró la verdadera traducción, que difiere de la original consignada en los Evangelios y que solo en su imaginación gnóstica y del new age existe,porque yo he tratado de buscar y corroborarlo y pues no hay datos ni pruebas reales,mas que un mito que se ha propagado por los medios esotéricos,pero que no tiene que ver con la verdadera oración del Señor.
Yo me pregunto donde esta la dichosa piedra de marmol con el Padre Nuestro que dicen los de la New Age?
Pensemos lo siguiente,N.S. Jesucristo habló y predicó en arameo ,fue la lengua en que seguramente pronunció esta oración, y cuando se empezó a difundir el Evangelio fue en Griego la lengua común del Mediterraneo.
El Evangelio se propágó por todo el mundo principalmente en Griego y Latín, idiomas que eran considerados de uso común,culto y universal por el mundo conocido en esa época situandonos en el siglo I d.C. durante el apogeo del Imperio Romano, ahora bien las traducciones que devinieron del Arameo-Griego-Latín, forzosamente se tuvieron que adaptar a otros idiomas y giros linguisticos,de filología y de sintaxis se vio adaptada en cada ocasión que se tradujo de Griego y Latin a otros idiomas ,y para los que conocen de linguistica histórica,por eso hay pequeñas variantes que pareciera que se alejan de la interpretación original,pero es cuando las traducciones a otros idiomas no expresan la riqueza y toda la complejidad que una palabra en Griego ó Latin puede expresar a diferencia del Español, Ingles o cualquier otro idioma, finalmente nuestra versión castellana actual, reformada en la década del '90, por ejemplo al cambiar "deudas"(debita), que era literal del latín pero que en nuestros idiomas no tiene el amplio sentido que tiene en latín, por "ofensas", que se parece mucho al sentido latino de la palabra, y más todavía, al sentido de la palabra griega original. Lamentablemente, en los idiomas modernos es imposible expresar en una sola frase el doble sentido del último verso. En latín (malum)*, lo mismo que en griego (ponerós), la palabra que traducimos como "líbranos del 'mal'" quiere decir también 'El Malo', es decir, el Demonio, por lo que la frase dice -simultáneamente- "líbranos del mal" y "líbranos del Maligno":
En cuanto a la oración misma, la versión en Lucas 11,2-4, dada por Cristo en respuesta a la solicitud de sus discípulos, difiere en algunos detalles menores de la forma introducida por San Mateo (6,9-15) en medio del Sermón de la Montaña, pero claramente se ve que no existe razón alguna por la cual estas dos ocasiones deban ser consideradas como idénticas. Sería casi inevitable que si Cristo les enseñó esta oración a sus discípulos, tendría que haberla repetido más de una vez. Parece probable, a partir de la forma en que aparece el Padre Nuestro en la "Didajé",o "Liturgia de los Apostoles"(70 d.C.) que la versión en San Mateo fue la que adoptó la Iglesia desde el principio con fines litúrgicos. Nuevamente, no se le puede atribuir gran importancia a las semejanzas encontradas entre las peticiones de la oración del Señor y aquellas encontradas en oraciones de origen judío que se usaban en tiempos de Cristo. Ciertamente, no hay razón para tratar la fórmula cristiana como un plagio, pues en primer lugar las semejanzas son más bien parciales y, en segundo lugar, no tenemos una evidencia satisfactoria de que las oraciones judías hayan sido realmente de fecha anterior.
En la liturgia de la Iglesia, el Padre Nuestro ocupa un lugar preeminente, San Jerónimo afirmó (Adv. Pelag, III, 15) que "nuestro Señor mismo enseñó a sus discípulos que diariamente en el sacrificio de su cuerpo ellos deberían enfatizar el decir "Padre Nuestro..., etc". San Gregorio le otorgó al Padre Nuestro su lugar actual en la Misa romana inmediatamente después del Canon y antes de la fracción, y era una antigua costumbre que toda la asamblea debía responder con las palabras "Sed libera nos a malo". En las liturgias griegas, un lector recita el Padre Nuestro en voz alta mientras que el sacerdote y la gente lo repiten en silencio. Además, en el rito del bautismo, el rezo del Padre Nuestro ha sido desde los primeros tiempos un rasgo relevante, y en el Oficio Divino aparece repetidamente además de ser recitado tanto al principio como al final.
Cabe resaltar que el texto más antiguo encontrado y conservado del "Padre Nuestro" es en Griego y esta a resguardo de la Iglesia Católica en la Biblioteca Vaticana, se trata del Papiro Bodmer XIV-XV o tambien conocido como P75 y es del Evangelio de Lucas y data de principios del siglo III d.C.
Veamos ahora que dicen el Evangelio según San Mateo (Mt 6,7-13):
7 Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles,
que se figuran que por su palabrería van a ser
escuchados.
8 No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe
lo que necesitáis antes de pedírselo.
9 «Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás
en los cielos, santificado sea tu Nombre;
10 venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la
tierra como en el cielo.
11 Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;
12 y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
hemos perdonado a nuestros deudores;
13 y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del
mal.
Y según San Lucas (Lc 11,2-4):
2 El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre,
santificado sea tu Nombre, venga tu Reino,
3 danos cada día nuestro pan cotidiano,
4 y perdónanos nuestros pecados porque también
nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y
no nos dejes caer en tentación.»
En estos textos esta basado la oración del Señor o Padre Nuestro,veamos ahora algunas precisiones en cuanto idiomas.
LA ORACIÓN DEL SEÑOR:
PADRE NUESTRO
Padre nuestro (Español)
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Pater Noster (Latín)
Pater noster qui es in caelis:
sanctificetur Nomen Tuum;
adveniat Regnum Tuum;
fiat voluntas Tua,
sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum
quotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos
dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a Malo. Amen
Πάτερ ἡμῶν (Griego)
Πάτερ ἡμῶν ὁ ἐν τοῖς οὐρανοῖς,
ἁγιασθήτω τὸ ὄνομά σου·
ἐλθέτω ἡ βασιλεία σου·
γενηθήτω τὸ θέλημά σου,
ὡς ἐν οὐρανῷ καὶ ἐπὶ τῆς γῆς·
τὸν ἄρτον ἡμῶν τὸν ἐπιούσιον δὸς ἡμῖν σήμερον
καὶ ἄφες ἡμῖν τὰ ὀφειλήματα ἡμῶν, ,
ὡς καὶ ἡμεῖς ἀφίεμεν τοῖς ὀφειλέταις ἡμῶν·
καὶ μὴ εἰσενέγκῃς ἡμᾶς εἰς πειρασμόν,
ἀλλὰ ῥῦσαι ἡμᾶς ἀπὸ τοῦ πονηροῦ.
Doxologia en griego
[Ὅτι σοῦ ἐστιν ἡ βασιλεία καὶ ἡ δύναμις καὶ ἡ δόξα εἰς τοὺς αἰῶνας·]
ἀμήν.
Padre Nuestro Transliterado del Griego
Páter hemón, ho en tois ouranoís
hagiastheto to ónomá sou
eltheto he basileía sou
genitheto to thélemá sou
hos en uranói, kai epí tes ges
ton arton hemón ton epiousion dos hemín sémeron
kai aphes hemín ta opheilémata hemón
hos kai hemeís aphíemen tois opheiletais hemón
kai me eisenenkeis hemás eis peirasmón
allá rhusai hemás apó tou poneroú
Doxología transliterada
[Hoti sou estin he basileía, kai he dynamis, kai he doxa eis tous aionas],
amén
Vale la pena checar el Catecismo de la Iglesia Católica(CEC) para profundizar sobre esto mismo
¿Cuál es el origen de la oración del Padre nuestro? (Catecismo de la Iglesia Católica= CEC 2759-2760; 2773)
Jesús nos enseñó esta insustituible oración cristiana, el Padre nuestro, un día en el que un discípulo, al verle orar, le rogó: “Maestro, enséñanos a orar” (Lc 11, 1). La tradición litúrgica de la Iglesia siempre ha usado el texto de San Mateo (6, 9-13).
“LA SÍNTESIS DE TODO EL EVANGELIO”
¿Qué lugar ocupa el Padre nuestro en las Escrituras? (CEC2761-2764; 2774)
El Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano); “es la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino). Situado en el centro del Sermón de la Montaña (Mt 5-7), recoge en forma de oración el contenido esencial del Evangelio.
¿Por qué se le llama “la oración del Señor”? (CEC 2765-2766; 2775)
Al Padre nuestro se le llama “Oración dominical, es decir “la oración del Señor”, porque nos la enseñó el mismo Jesús, nuestro Señor.
¿Qué lugar ocupa el Padre nuestro en la oración de la Iglesia? (CEC 2767-2772; 2776)
Oración por excelencia de la Iglesia, el Padre nuestro es “entregado” en el Bautismo, para manifestar el nacimiento nuevo a la vida divina de los hijos de Dios. La Eucaristía revela el sentido pleno del Padre nuestro, puesto que sus peticiones, fundándose en el misterio de la salvación ya realizado, serán plenamente atendidas con la Segunda venida del Señor. El Padre nuestro es parte integrante de la Liturgia de las Horas.
“PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO”
¿Por qué podemos acercarnos al Padre con plena confianza? (CEC 2777-2778; 2797)
Podemos acercarnos al Padre con plena confianza, porque Jesús, nuestro Redentor, nos introduce en la presencia del Padre, y su Espíritu hace de nosotros hijos de Dios. Por ello, podemos rezar el Padre nuestro con confianza sencilla y filial, gozosa seguridad y humilde audacia, con la certeza de ser amados y escuchados.
¿Cómo es posible invocar a Dios como “Padre”? (CEC2779-2785; 2789; 2798-2800)
Podemos invocar a Dios como “Padre”, porque el Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace conocer. La invocación del Padre nos hace entrar en su misterio con asombro siempre nuevo, y despierta en nosotros el deseo de un comportamiento filial. Por consiguiente, con la oración del Señor, somos conscientes de ser hijos del Padre en el Hijo.
¿Por qué decimos Padre “nuestro”? (CEC 2786-2790; 2801)
“Nuestro” expresa una relación con Dios totalmente nueva. Cuando oramos al Padre, lo adoramos y lo glorificamos con el Hijo y el Espíritu. En Cristo, nosotros somos su pueblo, y Él es nuestro Dios, ahora y por siempre. Decimos, de hecho, Padre “nuestro”, porque la Iglesia de Cristo es la comunión de una multitud de hermanos, que tienen “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32).
¿Con qué espíritu de comunión y de misión nos dirigimos a Dios como Padre “nuestro”? (CEC 2791-2793; 2801)
Dado que el Padre nuestro es un bien común de los bautizados, éstos sienten la urgente llamada a participar en la oración de Jesús por la unidad de sus discípulos. Rezar el Padre nuestro es orar con todos los hombres y en favor de la entera humanidad, a fin de que todos conozcan al único y verdadero Dios y se reúnan en la unidad.
¿Qué significa la expresión “que estás en el cielo”? (CEC 2794-2796; 2802)
La expresión bíblica “cielo” no indica un lugar sino un modo de ser: Dios está más allá y por encima de todo; la expresión designa la majestad, la santidad de Dios, y también su presencia en el corazón de los justos. El cielo, o la Casa del Padre, constituye la verdadera patria hacia la que tendemos en la esperanza, mientras nos encontramos aún en la tierra. Vivimos ya en esta patria, donde nuestra “vida está oculta con Cristo en Dios” (Col 3, 3).
LAS SIETE PETICIONES
¿Cómo está compuesta la oración del Señor? (CEC 2803-2806; 2857)
La oración del Señor contiene siete peticiones a Dios Padre. Las tres primeras, más teologales, nos atraen hacia Él, para su gloria, pues lo propio del amor es pensar primeramente en Aquel que amamos. Estas tres súplicas sugieren lo que, en particular, debemos pedirle: la santificación de su Nombre, la venida de su Reino y la realización de su voluntad. Las cuatro últimas peticiones presentan al Padre de misericordia nuestras miserias y nuestras esperanzas: le piden que nos alimente, que nos perdone, que nos defienda ante la tentación y nos libre del Maligno.
¿Qué significa “Santificado sea tu Nombre”? (CEC 2807-2812; 2858)
Santificar el Nombre de Dios es, ante todo, una alabanza que reconoce a Dios como Santo. En efecto, Dios ha revelado su santo Nombre a Moisés, y ha querido que su pueblo le fuese consagrado como una nación santa en la que Él habita.
¿Cómo se santifica el Nombre de Dios en nosotros y en el mundo? (CEC 2813-2815)
Santificar el Nombre de Dios, que “nos llama a la santidad” (1Ts 4, 7), es desear que la consagración bautismal vivifique toda nuestra vida. Asimismo, es pedir que, con nuestra vida y nuestra oración, el Nombre de Dios sea conocido y bendecido por todos los hombres.
¿Qué pide la Iglesia cuando suplica “Venga a nosotros tu Reino”? (CEC 2816-2821; 2859)
La Iglesia invoca la venida final del Reino de Dios, mediante el retorno de Cristo en la gloria. Pero la Iglesia ora también para que el Reino de Dios crezca aquí ya desde ahora, gracias a la santificación de los hombres en el Espíritu y al compromiso de éstos al servicio de la justicia y de la paz, según las Bienaventuranzas. Esta petición es el grito del Espíritu y de la Esposa: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 20).
¿Por qué pedimos “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”? (CEC 2822-2827; 2860)
La voluntad del Padre es que “todos los hombres se salven” (1Tm 2, 4). Para esto ha venido Jesús: para cumplir perfectamente la Voluntad salvífica del Padre. Nosotros pedimos a Dios Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo, a ejemplo de María Santísima y de los santos. Le pedimos que su benevolente designio se realice plenamente sobre la tierra, como se ha realizado en el cielo. Por la oración, podemos “distinguir cuál es la voluntad de Dios” (Rm 12, 2), y obtener “constancia para cumplirla” (Hb 10, 36).
¿Cuál es el sentido de la petición “Danos hoy nuestro pan de cada día”? (CEC 2828-2834; 2861)
Al pedir a Dios, con el confiado abandono de los hijos, el alimento cotidiano necesario a cada cual para su subsistencia, reconocemos hasta qué punto Dios Padre es bueno, más allá de toda bondad. Le pedimos también la gracia de saber obrar, de modo que la justicia y la solidaridad permitan que la abundancia de los unos cubra las necesidades de los otros.
¿Cuál es el sentido específicamente cristiano de esta petición? (CEC 2835-2837; 2861)
Puesto que “no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4), la petición sobre el pan cotidiano se refiere igualmente al hambre de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo, recibido en la Eucaristía, así como al hambre del Espíritu Santo. Lo pedimos, con una confianza absoluta, para hoy, el hoy de Dios: y esto se nos concede, sobre todo, en la Eucaristía, que anticipa el banquete del Reino venidero.
¿Por qué decimos “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”? (CEC 2838-2839; 2862)
Al pedir a Dios Padre que nos perdone, nos reconocemos ante Él pecadores; pero confesamos, al mismo tiempo, su misericordia, porque, en su Hijo y mediante los sacramentos, “obtenemos la redención, la remisión de nuestros pecados” (Col 1, 14). Ahora bien, nuestra petición será atendida a condición de que nosotros, antes, hayamos, por nuestra parte, perdonado.
¿Cómo es posible el perdón? (CEC 2840-2845; 2862)
La misericordia penetra en nuestros corazones solamente si también nosotros sabemos perdonar, incluso a nuestros enemigos. Aunque para el hombre parece imposible cumplir con esta exigencia, el corazón que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta el extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar la ofensa en intercesión. El perdón participa de la misericordia divina, y es una cumbre de la oración cristiana.
¿Qué significa “No nos dejes caer en la tentación”? (CEC 2846-2849; 2863)
Pedimos a Dios Padre que no nos deje solos y a merced de la tentación. Pedimos al Espíritu saber discernir, por una parte, entre la prueba, que nos hace crecer en el bien, y la tentación, que conduce al pecado y a la muerte; y, por otra parte, entre ser tentado y consentir en la tentación. Esta petición nos une a Jesús, que ha vencido la tentación con su oración. Pedimos la gracia de la vigilancia y de la perseverancia final.
¿Por qué concluimos suplicando “Y líbranos del mal”? (CEC 2850-2854; 2864)
El mal designa la persona de Satanás, que se opone a Dios y que es “el seductor del mundo entero” (Ap 12, 9). La victoria sobre el diablo ya fue alcanzada por Cristo; pero nosotros oramos a fin de que la familia humana sea liberada de Satanás y de sus obras. Pedimos también el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo, que nos librará definitivamente del Maligno.
¿Qué significa el “Amén” final? (CEC 2855-2856; 2865)
“Después, terminada la oración, dices: Amén, refrendando por medio de este Amén, que significa “Así sea”, lo que contiene la oración que Dios nos enseñó” (San Cirilo de Jerusalén).

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